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ELECCIONES EN CUBA
Una de cal y otra de arena..., para desmemoriados
Héctor R. CASTILLO TOLEDO (hectorrc@enet.cu) / Ilustración: Fabián
(21/10/2007) 7:35 p.m.
No faltan por ahí, fuera y también dentro de Cuba, desmemoriados y modernos anexionistas del siglo XXI, que aplauden a reventarse las manos cuando oyen hablar de las llamadas iniciativas para la asistencia a una Cuba libre, obra cumbre del actual Emperador en la que está esbozado en lenguaje muy claro y directo el modo de devolver a Cuba a su historia de antaño (léase antes de 1959).
El llamado Plan Bush propone, entre otras sandeces, "crear y fortalecer, con el apoyo y asistencia de Estados Unidos, un sistema electoral democrático para la redacción y reforma de las leyes electorales y la capacitación de los funcionarios electorales en cuestiones de inscripción de votantes, mantenimiento de los censos electorales y procedimientos de votación".
Y en el colmo del ridículo llega al extremo de plantear que "El gobierno de Estados Unidos ofrecerá asistencia para planear las nuevas elecciones multipartidistas para lo que utilizará el Manual para las elecciones en Cuba en la transición de la USAID en 1998".
A tales vergonzosas prácticas, enriquecidas con la experiencia norteamericana del 2000 (al mejor estilo de las repúblicas bananeras del pasado siglo), quieren regresarnos quienes, encabezados por George W. Bush desconocen la validez del actual sistema electoral cubano.
A modo de muestra, sirva esta relación en la que ponemos una dosis de cal y otra de arena. Al buen entendedor, pocos ejemplos le bastan:
Desde 1976, con la entrada en vigor de la Constitución Socialista, y hasta la fecha, Cuba ha celebrado una docena de procesos electorales, caracterizados por su transparencia, creciente organización y elevada participación popular. En todas las ocasiones más del 80 por ciento de los ciudadanos intervinieron en las asambleas de nominación de candidatos, decenas de miles participaron voluntaria y gratuitamente en la organización de cada paso del proceso y más del 95 por ciento depositó su boleta en las urnas.
La historia de las elecciones en Cuba anterior a la contada en el párrafo precedente es bien distinta, desde las primeras celebradas en los albores de la mal llamada República (1901), y hasta las últimas efectuadas bajo el muy publicitado principio del pluripartidismo, en noviembre de 1958, organizadas por el tirano Fulgencio Batista. En esos 57 años se produjeron tres prórrogas inconstitucionales de poder, una intervención militar (1906-1909) y una mediación en 1933, ambas a cargo de Estados Unidos, así como cuatro golpes de estado, a los que no fue ajena la Casa Blanca. Sin excepción alguna el fraude electoral, en una magnitud u otra, estuvo presente.
En los anteriores comicios para elegir delegados a las asambleas municipales, celebrados en octubre de 2002, votaron 7,9 millones de cubanos, cifra que representó el 95,64 por ciento de los electores registrados en esa ocasión. Esa vez fueron elegidos más de 13 mil 500 delegados, en tanto pasaron a una segunda vuelta electoral mil 383 circunscripciones.
Abundan en Internet las cifras relacionadas con elecciones caracterizadas por los altos índices de abstencionismo. ¿Cuál comparación escoger? Veamos estos dos ejemplos bien notables: En 1999 el alcalde de la ciudad estadounidense de Dallas resultó electo con el ¡cinco! por ciento de los votos de sus ciudadanos, y el de San Antonio, en Texas, con el 7,5.
La primera Ley Electoral dictada en la Isla después del triunfo de la Revolución fue establecida en 1979, a partir de los resultados de un referendo efectuado el 15 de febrero de aquel año, aprobado con el 97,7 por ciento del total de votos.
En los 57 años que median entre 1901 y 1958 ningún presidente, salvo Tomás Estrada Palma (1905), alcanzó la magistratura de la nación con el 50 por ciento de los sufragios. Ramón Grau San Martín, por ejemplo, quien gozó de alguna popularidad, fue elegido en 1944 apenas con el 44,71 por ciento del sufragio. Únicamente lo supera el 45,61 por ciento que obtuvo Fulgencio Batista en los fraudulentos y escandalosos comicios de 1954, a los cuales el otrora sargento taquígrafo devenido General dictador se presentó como candidato único ante el repentino retraimiento de Grau. Vale significar que Batista fue el "Hombre de Washington en Cuba" durante 25 años, entre 1934 y 1958.
Las primeras reuniones de vecinos para postular candidatos a delegados a las asambleas municipales del Poder Popular datan en Cuba del año 1976. Esa vez contaron con el 76,1 por ciento de asistencia del electorado, y en las del 2000-2003 fue del 81,7.
Un rasgo distintivo del proceso electoral en Cuba es la ausencia de propaganda costosa y ruidosa. Por Ley, ninguno de los postulados puede hacer propaganda en su favor y, por supuesto, ninguno necesita ser rico o disponer de fondos o ayuda financiera para dar a conocerse. En las plazas y calles no hay actos en favor de candidato alguno, ni manifestaciones ni carros altoparlantes ni pasquines con sus fotos.
Cómo sería el asunto allá en la década del 40, cuando el país llegó a contar con la choricera de ¡trece partidos políticos!, en su mayoría verdaderas caricaturas para nada diferenciadas entre si por cuestiones ideológicas, o programáticas. Pues ni más ni menos: convertían a Cuba en una vitrina de pasquines y carteles en los que abundaban sonrisas y promesas que nunca llegaban a cumplir.
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En Búsqueda de La Salud para Nuestro Pueblo
martes, 23 de octubre de 2007
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