Graduación de Primeros Médicos de la ELAM en Paraguay
Discurso de Graduación de Primeros Médicos de la ELAM en Paraguay
Asunción, 1º de octubre de 2005 -
Hoy es un día especial para todos.
Para los padres y madres, que al vernos partir, debieron desgarrarse por dentro para estimularnos a emprender camino. Aquellos que dejaron involuntariamente su rol de guías, para permitir que el tiempo y la vida nos moldee desde lejos, la arcilla que ellos fueron juntando con tanto cariño.
Para los hermanos y hermanas, que asumieron el cuarto vacío, la sala silenciosa, las peleas ausentes, uno menos en la mesa, uno menos que comparta el mismo techo, y que comparta también sus oídos.
Para los amigos y amigas de siempre, que nunca olvidaron. Los tíos que nos cuidaron, los primos con quien crecimos. La abuela que nos enseñó cosas que sólo con ella aprendimos.
Este es un día especial, para nosotros, que dejamos tanto aquí, que vivimos y aprendimos tanto allá, encerrando la nostalgia en el alma, por ver nuestros sueños cumplidos.
Por eso, lo especial no es que hoy se reciba un grupo de médicos. Ni es que pasen a otro nivel de vida, ni es que hayan asegurado su futuro, ni es que puedan sentirse superiores. Lo especial es todo lo contrario, es que podamos seguir siendo humildes, solidarios, sensibles al sufrimiento ajeno, e incluso mas sencillos y humanos.
Y por esto, es también especial para Cuba, que nos mira desde lejos, como una madre orgullosa, y a su pueblo digno, reflejado en cada uno de nosotros. Y es especial para Latinoamérica, de cuya esencia estamos embebidos tanto, que nos resulta ya difícil distinguir las diferencias con otros pueblos hermanos.
Hoy culminan seis años de sacrificio y abnegación, que fueron también años de aprendizaje y crecimiento. Pero hoy es simplemente el comienzo. Y la vida desde ahora nos pone a prueba lo aprendido.
Por eso, compañeros y compañeras, médicos de nuevo tipo. Vayan donde vayan, nunca olviden ; primero, que somos paraguayos y paraguayas ; y segundo, que somos latinos.
Nunca olviden, ocupen el cargo que ocupen, que somos fruto de gente humilde. Que llevamos en nuestra labor el esfuerzo de nuestros padres, la dignidad de Cuba, la esperanza de nuestro pueblo, la unidad de Latinoamérica. Nunca olviden que los enfermos son pacientes, y los médicos profesionales en servicio, pero ambos son y deben ser siempre simples seres humanos. Nunca olviden que la tecnología ayuda, perfecciona y agiliza, pero no cura cuando el paciente lo que muchas veces necesita, es simplemente ser escuchado.
Y nunca olviden que somos parte del mundo, no dueños de él, que nada hacemos si no mejoramos lo que nos rodea, y lo seguimos matando. Recuerden que tenemos el conocimiento, la práctica, la innovación, pero lo mejor que tenemos es que somos también, generadores de cambio. En la ribera del río, en lo profundo de la selva, en lo alto de la cordillera, en un salar del Chaco, siempre habrá un necesitado. En el salón de operaciones, en la sala de emergencias, en el consultorio de la esquina, hasta en el hospital privado. A pie, en auto, en moto, en bicicleta, o a caballo. En honor a nuestros padres, a Cuba, Latinoamérica, a nuestra patria, y a los que por ella tanto lucharon. Por razones políticas, económicas, religiosas, étnicas, o culturales, ningún paciente, nunca más dejaremos desamparado. Porque el país nos necesita más que nunca, preparados, concientes, solidarios.
Porque el país necesita médicos modernos y actualizados, pero también médicos capaces de sentir en carne propia, las penurias de nuestro campesinado. Porque nuestro pueblo clama por médicos críticos, que no se conformen con el dominio de las patologías, sino que también sepan educar a la población en cómo evitarlas.
Porque el país nos parió para ser lo que somos, porque Cuba nos adoptó para darnos todo. Por la confianza de este sufrido pueblo. ¡¡ Esperamos nunca defraudarlos ! !
Dr. Arturo Rabito López
Primera Promoción de Médicos Graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina - CUBA
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